Por Lohana Berkins
Desde septiembre, cada uno de los empleados de la legislatura porteña que hayan adoptado para sus vidasun nombre distinto a su documento de identidad, puede ser nombrado y registrado de esa manera. Lohana Berkins es la primera (y hasta ahora ¡única!) trabajadora en esas nuevas condiciones. El vicejefe de ese cuerpo legislativo, Diego Santilli explica porqué aceptaría de candidatas a travestis en su partido.
Estamos en la ciudad de Buenos Aires con el vicepresidente de la Legislatura, Diego Santilli que acaba de sacar una resolución en la que contempla la situación del sujeto por la identidad travesti transexual. ¿Qué lo llevó a tomar, digamos, esa iniciativa?
—Es un decreto que hemos establecido en la Legislatura por el cual cada trabajador/trabajadora que quiera llevar el nombre que desee tener, lo puede hacer dentro de los marcos de la ley y de la normativa vigente en la Constitución de la Ciudad. Hay precedentes sobre esto. En 2007 y 2003, tanto la Secretaria de Salud como la de Educación emitieron normas parecidas, por lo que nosotros decidimos avanzar. La identidad de género es un derecho normal básico y esta Legislatura, por su carácter de plural y como expresión de la pluralidad de todos los bloques, necesita expresarlo de esta manera. Originariamente fue un planteo de la diputada Diana Maffia.
Realmente, ¿serías feliz si tu nena fuera una feliz lesbiana o tu niño, una travesti?.
—¿Y crees que esta resolución es acorde a la placa política que representás?¿Crees que tu fuerza lo apoyará?
—Por supuesto que hay posiciones diferentes en todos los espacios políticos o bloques, pero me parece que esto tiene que tomar un carácter público-privado importante desde la sociedad. A la fecha de hoy todo el mundo piensa, evoluciona, tiene hijos o familia o seres queridos a quienes quiere ver crecer y quiere que no estén condicionados por ninguna norma que los haga ser diferentes de lo que ellos sienten.
—Teniendo en cuenta que sos un político y pertenecés a un lugar político ¿creés que, por ejemplo, el actual gobierno de la Ciudad estaría dispuesto a generar situaciones de ingreso a la educación o a la salud o al plano laboral de compañeras travestis/transexuales?.
—Yo no creo que mi jefe de gobierno, Mauricio Macri, tenga prejuicio respecto de esto. Lo que hay que demostrar son los mecanismos de cómo funcionar. Si sos católico y defendés el catolicismo, eso no significa que el otro no pueda tener derecho a pensar, a sentir y a expresarse de la manera que quiera. Porque me parece que son dos cosas diferentes y a veces se las mezcla. Creo que Mauricio no es un hombre despectivo, sólo tiende a buscar los canales adecuados para llevar algo adelante desde la buena fe y desde el no prejuicio.
—¿Vos apoyarías, por ejemplo, que en las elecciones de 2009 la lista del PRO tuviera compañeras travestis como candidatas a diputadas?
—¡Mirá que idea! No se me había ocurrido (risas). No lo veo mal, pero yo no creo que los lugares los tengan que ocupar mujeres u hombres, por su condición diferenciada, sino con la vocación de generar una calidad de vida superior, etc. Yo no creo que por ser mujer alguien es más que por ser hombre o que el hombre es más que la mujer sino que se tiene que poner al servicio de los vecinos.
—Pero bueno, supongamos que estas condiciones se han dado en algunas compañeras, ¿darías tu apoyo?.
—Estaría bueno.
—Después de la crisis de 2001, hubo una concepción bastante negativa de los diferentes políticos, dentro de un descreimiento general en la política.
—Cuando hubo la crisis de 2001 y otras recurrentes fue porque la dirigencia no estuvo a la altura de las circunstancias. Porque los diputados del Congreso de la Nación, los funcionarios públicos, los legisladores de acá, son ni más ni menos que los representantes de los vecinos, no son otra cosa. Sólo que en algún momento algunos, en vez de representar a los vecinos, terminaron representando otros intereses, y ahí es donde se perdió la política. Yo creo en mis valores y en la vocación de servicio, y pienso que lo que le hace mal a la política es que las malas conductas de la política afectan a aquellos que no las tenemos.
— ¿ Tu identidad política cual es?
— Yo trabajo para el PRO, soy peronista.
— ¿Sos peronista?
— Sí.
— ¿Qué pensás de la presidenta?
— Dicen que tuvo un discurso muy bueno en estos días hablando del tema de volver a poner a Argentina en el mundo, de discutir con el Club de París, porque la gente no entiende qué es el Club de París: es ni más ni menos que el acceso internacional que hoy no tenemos. O sea, si queremos renegociar la deuda que no podemos pagar, la tenemos que pagar a un costo inmenso.
— ¿Estás de acuerdo o no con el modelo económico que plantea la presidenta o crees que tiene que haber otro modelo?
— Hoy los problemas centrales de los vecinos son la inflación y la erosión del poder adquisitivo; el salario ya no te alcanza para ir al supermercado. Yo creo que esos temas, hay que corregirlos. En lo central, cuando habla del modelo agro industrial o agro exportador, me parece bien. No estoy de acuerdo con el volumen de subsidio que estamos teniendo, es un disparate y además es un disparate teniendo en cuenta esto: aquel que no tiene gas corriente y usa la garrafa paga casi 30 pesos o más y aquel que tiene gas natural paga 16. ¿A quién estamos subsidiando? ¿Al rico o al pobre? Estamos subsidiando al rico. Cuando el precio de la nafta está como está ¿a quién estamos subsidiando al que toma el colectivo o al que toma un taxi? Me parece que eso está mal. Los subsidios están mal. Que hay algunas cosas que uno tiene que sostener, sí; pero no otras.
— En el conflicto con el campo, ¿a favor de quién estás?.
— Yo públicamente apoyé al campo, fui al acto que se hizo en Palermo porque creo que no se entendió la verdadera problemática del campo, porque ahí también el gobierno estaba ayudando a los más ricos y perjudicando a los chacareros.
— ¿Creés que cambió algo en el imaginario con el hecho de que la Presidenta sea una mujer?
— Yo diría que a mí que sea mujer u hombre no me cambia. Lo que me cambia es si lo hace bien o lo hace mal. Porque ahí es donde nos afecta a todos nosotros. Sería lamentable que escuchemos que a la Argentina le fue mal o le fue bien porque fue mujer la presidenta. Si le fue mal es porque hizo las cosas mal, no es porque es mujer; eso sería muy hipócrita, y si le fue bien es porque hizo las cosas bien.
—Yo creo que, en mucho tiempo, vos sos la única persona que fundamenta algo en primera persona. Al hablar de tus hijos, dijiste que te gustaría que fueran lo que quisieran y que tuvieran la posibilidad de serlo. Realmente, ¿serías feliz si tu nena fuera una feliz lesbiana o tu niño, una travesti?.
—Yo cuando era chico sentía la discusión de los abuelos que te decían: “tenés que ser contador porque vas a tener laburo o tenés que ser abogado porque…”. Yo no lo creo, si sale escultor que sea escultor, si sale barrendero que sea barrendero.
— Pero un barrendero feliz, digamos, no obligado.
— Exacto. No hay que presionar a los hijos en función de lo que uno pudo ser.
— Dime lo que estás controlando y te diré lo que no viviste. ¿Creés en Dios?
— Sí creo.
— Una de las cosas que a nosotras nos pasa es que se piensa que gays y lesbianas, travestis, no creemos en Dios. Es violento quitarle a uno las creencias, la fe.
— A mí nunca se me ocurrió pensar que no podías ser católica por ser travesti.
— Entonces te voy a confesar que soy devota de la Virgen…